El don de escribir le llegó a causa de una maldición: iba y venía de las casas de esos extraños a los que llamaba padres. Su padre viajaba mucho y su madre alcohólica lo encerraba en cualquier cuarto de hotel para irse a beber, en los horrible tedio y soledad Truman empezó a escribir.
Ganó su primer concurso de escritura a los diez años, los temas eran un día de juego en el lago o las mascotas favoritas, Truman eligió hablar sobre los chismes de un tal Viejo señor metiche. Tiempo después sería descalificado cuando se supiera que el cuento estaba copiado de la realidad. Estas experiencias lo ayudarían a escribir el mítico "Otras voces, otros ámbitos", obra que trata sobre la búsqueda del pequeño Joel Harrison Knox por su padre inválido después del suicidio de su madre. Dentro de este caos depresivo existía una chispa de carbón llamada Harper Lee, escritora y amiga de la infancia de Truman en la rural Alabahama. Ambos eran muy rudos o delicados para jugar con los otros niños, se hicieron amigos rápido y lo continuaron siendo de adultos. Se inspirarían el uno al otro para crear personajes: Harper Lee es Idabel en Otras voces..., una niña ruda amiga del protagonista; así como Truman es Dill, el pequeño niño enclenque de "Matar a un ruiseñor".
Esta es, la "polémica " foto.

No por nada el personaje propio favorito de Capote es la ingenua Holly Golightly. Pero si Holly callaba sus penas con fiestas y compras, Truman lo hacía con alcohol y drogas. Los vicios y el lujo de su vida cosmopólita lo hicieron conocer a a otras vidas atormentadas como las de Marylin Monroe, Coco Chanel, Marcel Duchamp, Richard Burton o Liz Taylor, para después destapar todos sus sucios secretos en un libro llamado "Retratos".
A partir de este momento entra en una gran crisis y solo publica obras pequeñas. Las drogas se abren paso en su vida y enferma de cáncer. Pasó sus últimos días acompañado del leal Jack Dunphy divagando glorias pasadas.
"Soy alcohólico. Soy drogadicto. Soy homosexual. Soy un genio"